viernes, enero 02, 2009

89 Aniversario de la muerte de Galdós

El próximo domingo, día 4 de enero se conmemora el 89 Aniversario de la muerte del novelista canario Benito Pérez Galdós, quien falleció en la madrugada del 4 de enero de 1920 en Madrid. Para recordar el luctuoso acontecimiento, la Casa-Museo Pérez Galdós, centro dependiente de la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico y Cultural del Cabildo que vela por perpetuar la obra y la memoria del insigne autor de los “Episodios Nacionales,” exhibirá estos días, un panel recordatorio en sus dependencias y un multimedia con una selección de los titulares recogidos por la prensa de la época con motivo de la desaparición del novelista. Durante mañana de ese domingo, en horario de 10,00 a 14,00 horas, también se obsequiará al público que acuda al citado museo situado en la calle Cano de Triana, con un ejemplar galdosiano hasta fin de existencias. Con la finalidad de informar al público sobre la vida y obra de Pérez Galdós, el personal técnico del Museo realizará estas visitas en la fecha y horas indicadas. Las actividades propuestas cuentan con la colaboración de la Dirección del Libro, Archivos y Bibliotecas de la Consejería de Educación, Universidad, Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias.

La conmemoración ha coincidido con la edición del tomo número catorce “Las novelas de Torquemada”, correspondiente a la colección “Arte, Naturaleza y Verdad”, que coordina la catedrática Yolanda Arencibia, y publica el Cabildo grancanario. Hasta la fecha se han publicado una quincena tomos de esta colección que ha reunido por vez primera en España la obra completa y revisada de Pérez Galdós, un autor que a lo largo de cincuenta años de escritura interpretó la realidad desde su tiempo, creando un universo de ficción trabado y coherente. Dar a conocer al gran público su aventura literaria y su discurrir cronológico es lo que persigue esta colección del Cabildo que dio comienzo hace tres años.

La noticia de la muerte del escritor canario fue ampliamente recogida en la prensa, tanto nacional como extranjera, de los días siguientes. Publicaciones como La Esfera, Nuevo Mundo, Hoy, El Imparcial, El Fígaro, Crónica Gráfica, El Sol, El Correo Español, El Cantábrico, entre otras, dedicaron amplios espacios a glosar la figura del universal novelista con titulares como “Ha muerto el patriarca de las letras españolas”, “Emocionante demostración del sentimiento popular”, “La muerte del maestro”, “El duelo de España ante la muerte de Galdós”, “Duelo nacional”… Esa noche cerraron todos los teatros madrileños en señal de duelo.

El entierro, acontecido la tarde del 5 de enero, constituyó una gran manifestación popular y miles de personas de toda condición acompañaron el féretro en su recorrido desde el Patio de Cristales del Ayuntamiento de Madrid, donde se instaló la capilla ardiente, hasta el cementerio municipal de La Almudena.

Biógrafos y estudiosos de Benito Pérez Galdós han reseñado también los últimos días del escritor. Pedro Ortiz Armengol, en Vida de Galdós1, refiere que desde primeros de 1920 la salud de don Benito empeoraba considerablemente debido a la uremia que sufría. Tratado por Gregorio Marañón, falleció, a los 76 años, en su alcoba de la casa de su sobrino José Hurtado de Mendoza y Pérez Galdós, en el número 7 de la calle Hilarión Eslava. Dijeron los periódicos que los primeros en presentarse en la casa fueron el ministro de Instrucción Pública, don Natalio Rivas; políticos, como Alejandro Lerroux; aristócratas, entre ellos doña Emilia Pardo Bazán; y otras personalidades de la vida política e intelectual del momento. El mismo día 4, el ministro Rivas puso a la firma del Rey un Decreto estableciendo honores y distinciones al fallecido: el entierro sería costeado por el Estado, y asistirían al mismo las Reales Academias, Universidades, Ateneo y Centros de Enseñanza y Cultura, así como funcionarios ministeriales.

Juan Rodríguez Drincourt, en Las Palmas y Don Benito, un afecto mutuo, reproduce el Acta del Pleno Municipal del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria que en sesión del 7 de enero trató la muerte de Galdós. Entre los acuerdos tomados figuran el agradecimiento al Gobierno y al Ayuntamiento de Madrid por los honores tributados al insigne escritor canario en su sepelio; el encargo al escultor Victorio Macho de un busto en mármol del novelista; y la decisión de que la Corporación en pleno, presidida por el Alcalde, se trasladase al domicilio familiar de la calle Cano para dar el pésame a la familia en nombre de la Ciudad. Se leyeron numerosos telegramas de Corporaciones y particulares, procedentes de Canarias, de la Península y de la colonia canaria en Cuba, que, dirigidos al Alcalde, daban el pésame a la Ciudad por la muerte de Benito Pérez Galdós.

Enviado por Dpto de prensa de Cultura del Cabildo de Gran Canaria

1 comentario:

Anónimo dijo...

EL ADIOS A GALDOS DESDE SU TIERRA
Por Dr. Manuel Herrera Hernández (*)

Hace ochenta y ocho años España contempló sobrecogida la marcha definitiva de Galdós tras una larga agonía. Se conocía que su salud no era buena desde 1900. En 1905 sufrió una hemiplejía y desde entonces definitivamente tuvo que escribir con lápiz. Más tarde fue operado de cataratas, en 1911 del ojo izquierdo y en 1912 del ojo derecho, por el prestigioso oftalmólogo Prof. Manuel Márquez pero la mala evolución le llevaría a la ceguera total en 1913.
En 1914 se estreno « Marianela » en el Teatro Español en Madrid. Este éxito continuó con la gira que Margarita Xirgu realizó por toda España recibiendo Galdós constantes homenajes. Pero el curso de su enfermedad no era satisfactorio por lo que tuvo que guardar cama al regresar.
El día que se inauguró su estatua en el Retiro de Madrid, el 19 de enero de 1919, ya se presentía el fatal desenlace y fue preciso conducirle a su domicilio y subirle en un sillón a su dormitorio.
En Las Palmas los periódicos La Provincia y Diario de Las Palmas, en Tenerife La Prensa y en La Palma el Diario de Avisos publicaban las noticias que el telégrafo transmitía sobre el estado de salud de Pérez Galdós. También por sus familiares de Las Palmas se tenían otras noticias sobre la enfermedad que se comentaba en el Gabinete Literario, en el Círculo Mercantil y en la Real Sociedad Económica de Amigos del País. Hacía largo tiempo que en esta ciudad se pasaba entre alternativas de esperanza y de desaliento durante toda la enfermedad.
A partir del día 20 de diciembre su estado clínico empeoró. En la noche del día 29 tuvo una hemorragia digestiva grave y la respiración era disneica. Desde entonces disminuyó la lucidez mental y aumentó la somnolencia y la palidez. No hablaba con nadie, únicamente cantaba, a veces, canciones infantiles aprendidas en su tierra natal canaria y con frecuencia llamaba a su madre. También en su obnubilación recordaba sus paseos infantiles por las calles de Triana y del barrio de Vegueta. Junto a estos recuerdos infantiles surgía su carácter de escritor infatigable. En los días anteriores a su muerte, en esos momentos en que aparece una ligera lucidez, se oyó decir en algunas ocasiones a Galdós que quería ir al despacho. «Tengo mucho que trabajar, mucho… mucho», se le oía como un susurro.
El doctor Marañón, que era médico de cabecera, la recetó por última vez el día 3 de enero a las 7 de la tarde y se continuó con las inyecciones de alcanfor. La vida de Galdós se extinguía y estaba completamente insensible. Así permaneció durante varias horas. A las tres y veinticinco de la madrugada exhaló un profundo suspiro falleciendo. Su aspecto denotaba haber padecido una grave enfermedad, estaba muy demacrado, con barba blanca de muchos días. Galdós murió en el chalet que su sobrino José Hurtado de Mendoza poseía en Madrid, en la calle Hilarión Eslava número 7. La familia avisó inmediatamente al ministro de la Gobernación, al ministro de Instrucción Pública y al Alcalde de Madrid y se telegrafió la noticia de su muerte a los alcaldes de Las Palmas y Santander.
El mismo día 4 empezó a recibirse de provincias numerosos telegramas de pésame a la familia. El alcalde de Santander telegrafió que « es deseo del Ayuntamiento de Santander la adquisición del palacete de San Quintín para establecer el Museo Galdosiano » . En aquella biblioteca estaban la mayoría de los manuscritos y originales de Galdós.
En Las Palmas el telégrafo comunicó la triste noticia del fallecimiento de Don Benito. La noticia de su muerte se extendió rápidamente. El impacto emocional fue imponente. Con su muerte Las Palmas, toda Canarias, perdió uno de sus más preclaros hijos. Pero Benito Pérez Galdós no era sólo un insigne hijo de Las Palmas. Era la figura cumbre de la novela española junto con Miguel de Cervantes. Su nombre y su obra imperecedera estarán eternamente en la memoria de su tierra canaria. En todas las Sociedades y edificios públicos de Las Palmas ondeó la bandera a media asta en señal de luto y el Teatro-Circo Cuyás suspendió la representación teatral anunciada. Millares de telegramas se enviaron a la familia de Don Benito en Madrid expresándoles el más sentido pésame.
El alcalde accidental de Las Palmas, Francisco Sánchez telegrafió al representante del Ayuntamiento de Las Palmas en Madrid que la « Ciudad reclama el cadáver » y que Leopoldo Matos « ponga una corona de flores con dedicatoria que diga: Al ilustre Galdós, Las Palmas, su ciudad natal ».
El presidente del Cabildo Insular dirigió un expresivo telegrama de pésame a su familia, y otros a la representación en Cortes por Gran Canaria para que depositaran una corona en nombre de dicha Corporación y llevaran en el entierro la representación del Cabildo.
El delegado del Gobierno no fue hasta el día 5, lunes, por la tarde a expresar el pésame al alcalde, y en su representación a la ciudad, no pudiendo realizarlo porque el Ayuntamiento tenía las puertas cerradas.
Josefina de la Torre, que era una adolescente, publicó en Las Palmas el poema « A Don Benito, el día en que se murió ». Los principales periódicos nacionales y también europeos sobre todo francesa e inglesa, dedican el día 4 de enero artículos lamentando la desaparición del patriarca de las letras españolas. “La Provincia” telegrafió a la familia de don Benito dándole el pésame por el fallecimiento y, asimismo, al senador por Canarias don Luis Redonet para su representación en el acto del entierro.
Este mismo día 4 el ministro de Instrucción Pública, Natalio Rivas, comunicó a la familia de Galdós que el Gobierno había acordado publicar en la Gaceta un Real Decreto sobre la conducción del cadáver y entierro de Don Benito Pérez Galdós.
En Las Palmas en la Real Sociedad de Amigos del País de Gran Canaria el día 4 el Director accidental Don José Feo y Ramos propuso y se acordó trasladarse la corporación en pleno a la casa de la familia de Perez Galdós, donde hizo presente su pésame a su sobrino Ambrosio Hurtado de Mendoza. Se acordó también celebrar una sesión necrologica y encargar al distinguido canario Juan Alvarado Sanz, ex ministro de Gracia y Justicia, representara a la Sociedad en el entierro y colocara una corona sobre su féretro.
También las juntas Directivas del Gabinete Literario y de la Sociedad Fomento y Turismo acordaron telegrafiar a Madrid dando el pésame a la familia, la adquisición de una corona y adherirse a todos los actos que se celebren como homenaje que se rindieron al ilustre finado.
En el Ayuntamiento de Las Palmas en el Pleno del 7 de enero se leyó por el Secretario los telegramas que de Corporaciones y particulares, de estas Islas y de la Península, y de la colonia canaria en Cuba, dando el pésame a la Ciudad de Las Palmas por la muerte de Don Benito Pérez Galdós. Y se adoptó el acuerdo de encargar al notable escultor Victorio Macho los bustos, en mármol, de los esclarecidos canarios Benito Pérez Galdós y Fernando León y Castillo para colocarlos en el Salón de Sesiones del Ayuntamiento.
Así despidió su tierra natal al insigne escritor Don Benito Pérez Galdós. Pero su espíritu vivirá eternamente no sólo en el mundo de la cultura, que goza con sus páginas inmortales, sino también en este pueblo que le admira.

(*) MANUEL HERRERA HERNÁNDEZ
es Asociado Fundador de la Asociación Canaria de Amigos de Galdós