jueves, julio 21, 2005

Arte en la ultra-periferia (II).Cultura canaria, o cultura en canarias

Continuamos con la publicación de la entrevista realizada por J.M. Castellano a Ramón Salas (profesor titular y director del Departamento de Pintura y Escultura de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de La Laguna), publicada el pasado Jueves, 30 de junio de 2005 en www.canariasahora.com.


¿Cultura canaria o cultura en Canarias?

Supongo que esta pregunta hace alusión a la dicotomía planteada más arriba: cultura descriptiva o cultura prescriptiva. Vuelvo a recordar que últimamente se prescribe sobremanera lo descriptivo, ya sea lo nuestro o el snobismo espectacular. En ese sentido me atrae tan poco la aldea como la globalización. Me gusta más recordar que cultura viene de cultivo, es decir, hace referencia a una actividad material consistente en crear cosas nuevas a partir de lo dado, en ejercer la libertad como una gestión de lo que nos determina, en producir desde la conciencia de que nosotros mismos somos producidos. En fin, cultura hace referencia a una dialéctica entre lo artificial y lo natural. Por cierto, esta forma de concebir la cultura la acerca bastante al arte. La cultura en Canarias nos viene de fuera, esto es estupendo además de inevitable. Ahora bien, si queremos hacer algo en lugar de limitarnos a dejarnos hacer algo haríamos mal en no hacer cultura canaria. Desde luego, si lo que vamos a hacer es levantar arados casi prefiero levantar auditorios. Entiendo que hacer cultura canaria es proponer soluciones a nuestra escala para problemas globales. Un ejemplo muy sencillo: la Fundación César Manrique.

¿El mundo cultural canario es un reflejo de la sociedad civil o una prolongación del poder político?

En general, el mundo cultural o es industria cultural (en cuyo caso es un fiel reflejo del lamentable estado de la sociedad civil) o está subsidiado. Seguramente el mundo cultural canario es simultáneamente reflejo de una sociedad civil y un poder político que se muestran de acuerdo en que, tal y como están las cosas, resulta mucho menos inquietante aplicar la política de la huida hacia delante que pararse a pensar qué diablos estamos haciendo con nuestras vidas y las de nuestros descendientes.

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