miércoles, agosto 03, 2005

Arte en la ultra-periferia (III),Cultura independiente?

Continuamos con la publicación de la entrevista realizada por J.M. Castellano a Ramón Salas (profesor titular y director del Departamento de Pintura y Escultura de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de La Laguna), publicada el pasado Jueves, 30 de junio de 2005 en www.canariasahora.com.


¿Existe en Canarias una corriente intelectual oficialista o institucional?
Echo en falta inteligencia institucional. El político, en todo el mundo, se ha acostumbrado a prometer crecimiento y empleo, y la gente se ha amoldado a esa oferta, cuando en realidad creo que, en su fuero interno, la gente no quiere crecer ni trabajar, lo que quiere es bienestar, estabilidad y recursos. Hace décadas que nos gobierna un partido nacionalista que reitera la cantinela de lo nuestro cuando, a estas alturas, seguimos sin saber qué diseño de isla es el que persiguen, que entienden ellos que debería ser Canarias y un canario, como piensan cohesionar una sociedad y un territorio tan desarticulado como el nuestro para acercarnos a ese hipotético diseño? sólo veo actuaciones puntuales que van a caballo de necesidades agobiantes (planteadas por los excesos de medios) tan urgentes que no nos dejan pensar en lo importante -para qué coño crecemos y trabajamos tanto-. Al final, parece que lo único importante es ganar dinero. Ojala hubiera una corriente intelectual institucional, aquí lo único que percibo institucionalizado y oficializado es una ambición corriente, vulgar y corriente.

¿Se produce cultura independiente en Canarias?
Sí claro, conozco un montón de gente que trabaja relativamente al margen del dictado del crecimiento y el empleo, que consume buena parte de sus energías en diseñar una vida y no en malgastarla en nimiedades. Antes dije que el buen arte canario contemporáneo se consagra en gran medida a plantear problemas biográficos, es decir, a dibujar vidas, vidas con sentido, orientadas a fines, a largo plazo. Conozco un montón de gente más preocupada por los fines que por los medios. Son gente que, obviamente, tienen poco dinero y empleos precarios y que no forman parte de la inmensa cohorte de asesores de nuestros dirigentes.

¿Podemos hablar en Canarias de la existencia de clientelismo cultural?
Miguel Ángel o Brunelleschi practicaban el clientelismo, la diferencia la marcaba el comitente. Ellos eran clientes de gente que tenía bastante claro en la cabeza en qué querían que se convirtiera Roma o Florencia. El problema es que estamos tristemente persuadidos de que lo menos malo que nos van a encargar es el Bahía del Duque. En estas condiciones es natural que el artista se aliene y que evite tener clientes. Pero esa versión del artista moderno incapaz de establecer vínculos con su propia sociedad (de considerarla su cliente) tampoco me parece ideal. Creo que es menos preocupante el poder de los constructores que su falta de gusto por lo bien hecho y por la excelencia. El lujo es hoy pura vulgaridad pero en niveles cualitativamente groseros, casi pornográficos, el placer intelectual está en franca y lamentable decadencia, lo que convierte el inevitable hedonismo en pura eyaculación precoz.

¿Hay lugar en Canarias para el disenso, se permite discrepar sin temor a represalias?
Hasta que los artistas hicieron una exposición para recabar dinero para promover la campaña contra el puerto de Granadilla jamás percibí atisbos de censura. He visto dar subvenciones para montar cursos muy críticos con el status quo y jamás vi al político ir siquiera a controlar lo que allí se decía. El ámbito de la cultura de segunda acepción es intrascendente. Otra cosa son las esferas más públicas, aunque en ellas no percibo tanta censura como autocensura, y no por miedo a las represalias sino a la falta de apoyos. A mi alrededor percibo que la gente no hace nada no por temor a que le represalíen, sino porque nadie le va a hacer ni caso. Estoy rodeado de funcionarios que se dedican a la cultura. La mayor represalia para ellos sería no subvencionarles un curso en el que dar una conferencia por 200 ? y al que invitar a un colega de la Península. No es gran cosa.

Entonces ¿por qué no se oyen las voces críticas o por qué no tienen trascendencia social?
Creo que hay espacios para el disenso, pero son, como decía, intrascendentes. Muchas exposiciones de arte contemporáneo son muy críticas con el estado de cosas en el que nos hayamos sumidos, aunque sólo sea porque renuncian de manera manifiesta a la espectacularidad triunfante; quizá por ello no trascienden. Creo que hay un montón de voces críticas, pero quizá no todas deberían apostar por la trascendencia de esa crítica.

No hay comentarios: