Aunque la entrevista es de caracter local, los temas tratados son universales y perfectamente extraspolables.
Dadas los momentos por los que estamos pasando (al menos en estas islas), comentarios o pensamientos en voz alta como los de D. Ramón Salas, son de agradecer.
Invitamos a los internautas a contribuir en esta reflexión colectiva sobre la realidad del arte. Y como introducción unas frases extraidas de la entrevista
“Las infraestructuras dejan grandes comisiones, granjean fieles amigos”
"En este momento el nivel de formación está completamente disociado del desarrollo cultural"
"Culturalmente Canarias es una entelequia"
"Las cosas que están haciendo los jóvenes artistas canarios me encantan, me fascinan"
"La ausencia de mercado obliga a compartir la labor artística con una profesión paralela"
"En Canarias, culturalmente, lo que se da es un reparto de la miseria"
"La injerencia del poder político en un espacio que debe ser el del técnico o el experto es constante"
"Para exponer tienes que contar con las galerías instituciones que están gestionadas por el político de turno"
Tras esta golosina intelectual pasamos a colgar las primeras preguntas planteadas en la entrevista, a ver que les parece
¿Cuál es el panorama actual de la cultura en Canarias y específicamente en Tenerife?
Cultura es un término muy extraño que designa lo que efectivamente es y también lo que debería ser. Hay centenares de definiciones de cultura, pero todas podrían englobarse en dos grandes grupos:
1) La Cultura como término descriptivo: sería ese conjunto indiferenciado de instituciones, hábitos, gustos, tradiciones?, en definitiva de presupuestos (y subrayo lo de pre) que determinarían nuestro comportamiento. Ligada a los conceptos de identidad y esencia, es organicista, su ideal es la cohesión, prefiere el sabor al saber. En la aldea global el folclore planetario de la industria de la cultura (desde Disney a los tres tenores, y desde Operación Triunfo al Guggenheim) ha desplazado en su función cohesiva e identificante al folclore vernáculo que, a su vez, se ha visto por ello reivindicado en su propia mendacidad. Esto ha producido un extraño sincretismo en el que se da cita la homeopatía y la romería, el tai-chi y el chill-out, el padel y el carnaval?
2) La Cultura como término prescriptivo: nos independiza del hábito para proporcionarnos autonomía, es decir, la capacidad (y la obligación) de encontrarle sentido a nuestra vida en un mundo que ni queremos ni podemos sentir como nuestro hogar. No facilita el sentimiento de pertenencia sino la capacidad de amueblar intelectualmente nuestro desarraigo.
Como esta acepción, a la postre, termina identificando cultura con cultura occidental, el pensamiento postcolonial ha apostado por la primera acepción en defensa de los derechos de las minorías, del respeto inalienable a las diferencias, del relativismo cultural, etc., es decir, de la improcedencia de utilizar la cultura como elemento valorativo.
De manera que ha ocurrido una cosa curiosa: la cultura valorativa ha comenzado a prescribir sentimientos de pertenencia, ha comenzado a valorar la falta de valores universalmente compartidos; una falta de valores que, a su vez, ha disparado la demanda de cultura de primera acepción: la demanda de valores no valorativos sino operativos, la demanda de certezas -ya sean certezas vernáculas (lo nuestro) o cosmopolitas (el que vale vale)-.
El mismo departamento, el de Cultura, que subvenciona la promoción en los colegios del levantamiento de arado construye un auditorio con asa, con una imponente forma futurista, abstracta y autónoma que ignora soberanamente el suelo en el que se asienta, que renuncia a articularlo y del que no ha aprendido nada en el proceso de su diseño. En estas circunstancias es difícil saber a qué nos referimos al hablar de cultura.
Personalmente preferiría hablar de arte pero me atrevería a afirmar que el panorama de la cultura en Canarias, en Tenerife y en el mundo entero es lamentable. Vivimos en la Aldea Global, es decir, en un mundo en que convive sin aparente contradicción una versión abstracta y global del progreso que ignora soberanamente sus efectos sobre los lugares concretos y unas reacciones aldeanas y segregacionistas que tratan de solucionar los problemas del siglo XXI con recetas del XIX.
Una acepción del Diccionario de la Real Academia Española define cultura como el "conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico" ¿La cultura en Canarias fomenta el juicio crítico?
Esta sería la segunda acepción y la respuesta sería afirmativa en el caso del arte o de la cultura y negativa en el resto. La principal característica del arte canario contemporáneo es su irónico desmontaje de las capas de artificialidad que conforman el paisaje natural canario y su determinación de idear formas específicas -valorativas pero no prescriptivas- de habitar ese territorio desconstruido y de ubicar en él de manera articulada a sus figuras. Es decir, creo que el arte canario contemporáneo está seriamente comprometido con el que considero el problema fundamental de la contemporaneidad: qué podemos ser ahora que hemos conseguido no ser nadie. Por otra parte, la cultura (en segunda acepción) en Canarias es Operación Triunfo, Tenderete, Spiderman, la liga de champiñones (sic), los informativos del partido gobernante, en fin, la cultura del espectáculo. Obviamente, esta cultura indolora y de bajo vientre no fomenta el juicio crítico; ni se lo plantea, no es su función: su manera de resolver el problema no es proporcionar herramientas para gestionar activa y creativamente la perplejidad sino aceptarla como si fuera una cláusula más del contrato firmado para venir al mundo.
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