En Canarias asistimos en los últimos años a una rápida transformación que no ha tenido precedentes, ni por su velocidad, ni por su impacto paisajístico en épocas anteriores. Si bien las grandes transformaciones producidas en el paisaje de las islas por el boom turístico de los años sesenta y setenta del siglo pasado fueron radicales y rápidas, creo que no han sido tan intensas y extensas como en los últimos 10 años.
El panorama de recesión que se esta produciendo en estos momentos, me hace prever que habrá un parón o una ralentización de la actividad constructiva, y por consiguiente una disminución de las transformaciones de parajes antes dedicados a la agricultura o yermos, pero no por ello menos bellos y sugerentes.
Si bien aun asistimos y asistiremos a la transformación de lugares muy poco modificados por la mano del hombre, como el Oeste de Tenerife con el famoso anillo insular, o el Oeste de Gran Canaria con la polémica carretera de la Aldea, o el Sur de Tenerife con la construcción del puerto de Granadilla.
Es decir, estamos en un periodo de la historia de Canarias donde las transformaciones de carácter visual sobre el paisaje ya no tienen vuelta atrás, el ritmo de construcción seguirá siendo alto, a pesar de las posibles recesiones que puedan ralentizar el fenómeno urbanizador en comparación a por ejemplo, el siglo XIX o incluso el siglo XX.
La gran comunicación que tienen las islas con el resto del mundo (como ocurre a nivel mundial) y la proliferación de los intercambios de personas y comerciales, entre otras razones, basadas en la globalización, influyen en ese crecimiento urbanizador inevitable. Por consiguiente, determina un continuo cambio paisajístico y de transformación en lugares antes vírgenes o abandonados.
Los fotógrafos de esta exposición inciden en ese fenómeno social desde un punto de vista meramente visual: con la apropiación desde la mirada de las modificaciones del paisaje y que son inducidas por esos cambios de uso económico de nuestro territorio, que es además de muy sensible, pequeño y fragmentado.
Tanto Carlos Schwartz, como Teresa Correa, como Tomás Correa, José Farray y quien les escribe, ejercitamos ese tipo de mirada.
Podríamos decir que son nuestras obsesiones intelectuales, y es sobre lo que trabajamos fundamentalmente desde hace ya años, junto con otros fotógrafos de las islas.
Carlos Schwartz refleja con un tipo de obras que parecen frías y muy objetivas las contradicciones y yuxtaposiciones que se producen en nuestro entorno. Por ejemplo, en esta exposición tenemos la fotografía de un paisaje de La Palma en donde aparecen una casa tradicional y encima de ella, en lo alto de un acantilado, una moderna urbanización. Esta imagen muestra con efectividad lo que quiero decir.
También trabaja mucho sobre un “feismo paisajístico” que no es la imagen que se transmite habitualmente de las Islas Afortunadas: descampados con chatarras, solares a medio urbanizar, complejos industriales con torres de viviendas…nada mas lejos de los paisajes paradisíacos de playas de arena fina, gerias, o vergeles de plataneras.
Tomás Correa “recolecta” elementos urbanísticos de nuestro entorno para realizar “collages fragmentados”, en donde configura nuevos paisajes urbanos: territorios de cemento que no son habitualmente representados en nuestra tradición plástica regional.
El punto de vista de Tomás creo que abre nuevas posibilidades visuales de carácter formal y conceptual que permiten analizar con otros enfoques nuestro territorio. Y eso se produce tanto por el lado del estudio del nuevo paisaje urbano de las islas (algo como dije antes, poco explotado en Canarias), como por la vía de la representación y la exploración de elementos visuales nuevos, aunque característicos de las crecientes zonas urbanizadas de nuestro entorno.
Teresa Correa exhibe aquí una imagen a mi juicio inquietante, enigmática, con mucha fuerza visual. Aquí expresa, con la ayuda del texto que la acompaña, la desconexión y el desencuentro que se produce desde hace ya tiempo entre el ser humano y su entorno.¿Seguirá existiendo el bosque de los Tilos en la isla de La Palma dentro de veinte, treinta o cuarenta años?¿O se convertirá en un territorio yermo como pasó con los abundantes bosques de Gran Canaria durante el siglo XIX?
José Farray expone un punto de vista diferente, sobre el paisaje insular: sus terrenos áridos con unos pocos elementos de carácter industrial (en este caso neumáticos, o bobinas para cables telefónicos) producen imágenes aparentemente muy neutras, en las que parece que el territorio es practicamente virgen y que en la fotografia no “ocurre” nada, pero que analizándolo en segundas y terceras lecturas, vemos parajes con muchos matices visuales. Paisajes hollados por el hombre de un modo mas o menos discreto, pero no por ello menos sugerentes.
Son terrenos “ambiguos”, misteriosos, cambiantes. Aunque la imagen sea estática y aparenten ser fotografías anodinas, traducen nuevas lecturas en cada ojeada. Son parajes que parecen de juguete: aparentes maquetas de lugares que en realidad son, valga la redundancia, reales.
Por último, quien les escribe, exhibo una serie de fotografías transparentes en Fujitrans. Son grandes diapositivas en donde se representa una “acción fotográfica” realizada por mí: en un acto de carácter meramente simbólico, señalo con cal una serie de basuras que habían tirado los transeúntes por la costa de Arucas en Gran Canaria.
De este modo marco, indico, lo que los otros hacen a escondidas: tirar la basura en parajes naturales. La basura que aparentemente se integra en nuestros barrancos, playas y costas es señalada como acto de protesta, como reflejo de un acto de “demarcación” de unos elementos –los escombros- que se dejan medio ocultos. Es un acto de denuncia, de llamada de atención sobre algo que se hace mal, que se ve como normal y que contamina visualmente muchos lugares de nuestro paisaje.
En fin, con estas distintas visiones sobre nuestro paisaje insular, espero que reflexionen, analicen y observen nuevos puntos de vista sobre nuestro entorno: ese “alrededor” que en el caso de nuestras islas, es tan próximo, tan influenciable e influyente, tan frágil y potente a la vez.
Germán Páez. Mayo de 200
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